Una historia de mármoles y colores

Una historia de mármoles y colores

Pocos años después de la creación en 1785 de la Real Academia de San Carlos en México, se concretaron ciertamente condiciones históricas en Cuba que propiciaron, también, el establecimiento de otra institución oficial de enseñanza artística en la Isla.

Así, el 12 de enero de 1818, es fundada en una de las aulas del convento San Agustín la Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura de La Habana, el embrión de lo que posteriormente ha resultado ser la prestigiosa y singular Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, uno de los centros más antiguos de Hispanoamérica que ejerce la docencia de las Artes Visuales desde su creación.

Es justo reconocer que fue gracias al sentir ilustrado del obispo habanero Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa y del intendente general de Hacienda y director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, don Alejandro Ramírez, que se funda San Alejandro, nombre que desde 1832 recuerda en grato derecho a su principal mecenas.

Desde este momento fundacional y durante tres lustros su dirección estuvo a cargo del francés Jean-Baptiste Vermay, quien había sido formado artísticamente en el taller parisino de Jean-Jacques David, patriarca del neoclasicismo francés. A Vermay se le reconoce ser el primero en abrir el camino de los estudios académicos de las Artes Plásticas y del aprendizaje sistémico por medio de talleres para la enseñanza en nuestro país, así como también la creación del primer curso nocturno o de trabajadores, algo que continúa ininterrumpido hasta la actualidad.

Otros pintores extranjeros, franceses e italianos fundamentalmente, ocuparon la dirección de manera sucesiva hasta que, en 1878, Miguel Melero Rodríguez, mediante oposición ganó este cargo. Se inicia así la serie de directores cubanos que se mantiene hasta nuestros días. A Melero, importante renovador de la pedagogía artística, se le reconoce entre otras medidas, abrir la enseñanza para el sexo femenino e introducir el estudio del color como elemento de la identidad cubana.

Cabe destacar en esta primera etapa el trabajo desempeñado por el pintor italiano Hercule Morelli, los franceses Guillaume Colson, Joseph Leclerc y el grabador Fédéric Miahle; los españoles August Ferran, Víctor Patricio de Landaluze, Felipe Chartrand y Valentín San Carta, quienes hicieron en gran medida verdaderos aportes a la enseñanza del dibujo, la pintura y la escultura en la Academia —incorporada esta última en 1860—, añadiendo además el estudio de la perspectiva, el paisaje, el de las sombras proyectadas y el claroscuro, la reproducción de la estatuaria griega clásica, junto al estudio de la naturaleza viva o la anatomía aplicada a la copia del natural y la representación de los escorzos en los modelos humanos.

Durante la República, la Academia vio crecer su nombre. Por sus aulas desfilaron prestigiosos artistas, algunos de los cuales fueron posteriormente directores y profesores de la misma. Los planes de estudio fueron afianzando el espíritu moderno que terminó por desterrar las nociones academicistas fundacionales, con la ayuda de las concepciones renovadoras que impulsaron importantes profesores-artistas como: Leopoldo Romañach, Armando Menocal y Domingo Ramos, que abrieron el siglo xx con sus nuevos conceptos en la enseñanza; Esteban Valderrama, destacado retratista y pedagogo, Enrique Caravia, Florencio Gelabert y Carmelo González, quien fundó en 1957 la Asociación de Grabadores de Cuba —el primer gremio moderno de esta especialidad en el país— y amplió la enseñanza al incorporar la xilografía y la calcografía. También vio nacer, en los cincuenta, al modernismo escultórico, con figuras tan importantes como Juan José Sicre, Agustín Cárdenas, Teodoro Ramos Blanco, Rita Longa y Florencio Gelabert.

San Alejandro fue y es uno de los centros más prestigiosos de enseñanza del país, donde distintos movimientos renovadores han brillado con el decursar de los años. Por sus aulas y talleres han pasado figuras relevantes no solo de las Artes Visuales sino de otros campos de la cultura y la política, como José Martí, Carlos Baliño, Fermín Valdés Domínguez, René Méndez Capote, Eduardo Chivás, Flabio Grobart, Vicente Revuelta, Camilo Cienfuegos, Abel Prieto y Silvio Rodríguez, entre muchos. De igual manera, la Academia San Alejandro ha sido la cuna de importantes generaciones de artistas y movimientos culturales dentro de la vanguardia artística del país, que con su labor han situado a nuestro arte en una posición destacada a nivel internacional.

Sin embargo, no es hasta después de 1959 cuando los planes de estudio se han ido ampliando con nuevos contenidos en artes y en humanidades, que convierten a San Alejandro en un modelo de enseñanza y, a la vez, en el centro de referencia nacional para estos propósitos en las Artes Visuales.

En 1962, la Academia pasó a ocupar uno de los modernos edificios del complejo monumental frente al Obelisco de Marianao, en La Habana, a la par de profundizar sus vínculos con la comunidad, por un lado, y con las vanguardias artísticas nacionales e internacionales. En la actualidad, San Alejandro es una escuela que se renueva, que desarrolla nuevos conceptos artísticos, lo que permite una mayor presencia de sus estudiantes en el ámbito cultural y que generó, en los años 80 del siglo pasado, la creación del grupo Arte Calle, que se destacó por realizar un trabajo de carácter social. Con posterioridad, se han creado importantes talleres, proyectos artístico-pedagógicos y han aumentado las especialidades. Y aunque hoy la Academia se erige como el centro educacional con mayor cantidad de años desarrollando la docencia artística ininterrumpida en tierras americanas, no se conforma con su historia y crece, al punto de ser la primera en Cuba en incluir, desde hace más de dos décadas, una especialización en Nuevos Medios o Arte Digital, donde también se imparte Fotografía.

En la actualidad, en sus aulas y talleres estudian jóvenes provenientes de La Habana y de las tres provincias vecinas: Pinar del Río, Artemisa y Mayabeque, así como del municipio especial Isla de la Juventud, junto a otros estudiantes que, por razones de su especialización o de su talento, así lo requieran. También se ofrecen cursos de adiestramiento y de formación general para estudiantes extranjeros.

En tanto Centro Nacional de Referencia, San Alejandro tiene como objeto social, dirigir, orientar y controlar el desarrollo artístico-pedagógico, docente y metodológico de las Artes Visuales perteneciente al subsistema de la Enseñanza Artística en Cuba.

El plan de formación de sus estudiantes se realiza en cuatro años, para el Nivel Profesional-curso diurno, y en tres para el Nivel Elemental y para el Nivel Profesional-curso nocturno. Este, a su vez, se subdivide en siete especialidades de estudio dentro de la misma carrera: Pintura, Grabado, Escultura, Gráfica y Arte Digital, Orfebrería, Ilustración y Cerámica. A la par, cada estudiante puede optar por varios talleres complementarios dentro del plan de estudio.

El primero año es común para todos los estudiantes, ya que permite nivelarlos e introducir los conceptos básicos que, por su condición, contribuyen a su formación posterior. Su objetivo es establecer los principios generales de la apreciación visual, la organización espacial y del pensamiento creativo en el campo de las Artes Visuales.

El segundo año busca profundizar en el desarrollo de las habilidades técnicas en cada una de las áreas del conocimiento, sin descuidar lo creativo, al tiempo de garantizar la investigación hacia lo formal y la búsqueda de antecedentes y referentes artísticos.

El tercero propone desarrollar la experimentación y la creatividad a partir de la mezcla necesaria e interdisciplinar de las áreas del conocimiento y los géneros artísticos, la intervención o transformación de los espacios y la combinación de diferentes materiales, sin descuidar la investigación hacia lo teórico-conceptual y la búsqueda de antecedentes y referentes artísticos.

Por último, el cuarto año tiene como objetivo la creación de proyectos expositivos, curatoriales, artístico-pedagógicos, espacios de crítica e interacción social, que interrelacionen los conocimientos y saberes adquiridos en los años anteriores.

Con este nuevo aliento, nuestra Academia continúa marcando el camino de las Artes Visuales cubanas en el siglo xxi, como una de las instituciones de enseñanza artística más longevas y prestigiosas, que busca ensanchar sus lazos y se abre al mundo. San Alejandro es una escuela viva, que evoluciona constantemente y que no se conforma. Es parte indiscutible de la historia fundacional de la cultura cubana y uno de los referentes más destacados de la actividad artística y pedagógica del país. Y hoy, doscientos cinco años después de ese día iniciático, nacida en un pequeño y oscuro salón conventual en la pujante Habana del siglo xix, San Alejandro se levanta para tornarse en una leyenda de mármoles y de colores.

NOTA EDITORIAL

Este artículo, de la autoría de Jorge Luís Rodríguez, apareció publicado en Arte por Excelencias con el título ʺLa Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro: Una historia de mármoles y coloresʺ.

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