El adiós a Manuel Porto

El adiós a Manuel Porto

«Con profundo pesar despedimos a Manuel Porto, uno de los grandes talentos de la actuación en nuestro país», informó en su página de Facebook el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el pasado 28 de septiembre.

Justo ese día Porto celebraba su cumpleaños. Él será recordado y admirado siempre por la diversidad de personajes complejos que ha encarnado, de manera siempre diferente, con desdoblamientos profundos de la personalidad, física y psicológica, pero siempre con la misma maestría; es que Porto es un tremendo actor, pero es más que un tremendo actor.

A veces admiramos mucho a histriones foráneos, entre los cuales podemos nombrar a Robert de Niro, Al Pacino, Anthony Hopkins, Densel Washington, y Jeremy Irons; pero Cuba cuenta con una nómina de primerísimos actores de mucho respeto, que con su actuación llenan todo el escenario o la pantalla de televisión: este es el caso de Porto, cuyo verdadero nombre es Heliodoro Manuel Porto y nació el 28 de septiembre de 1945, en el habanero barrio de Pogolotti, Marianao.

Como él ha repetido en varias ocasiones, no llegó a la actuación por vocación, sino para tener derecho a más pases durante su etapa en el Servicio Militar Obligatorio, es por eso que se inscribe en el Movimiento de Artistas Aficionados de las FAR.

En 1968, aún integraba dicho movimiento, y entonces el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) realiza una convocatoria nacional y selecciona a seis actores, entre ellos a Porto y comienza a desempeñar pequeños papeles, mayoritariamente de extra, en programas de la televisión, hasta que al licenciarse del ejército al año siguiente, con tan solo 20 años es contratado y comienza a laborar en ese instituto.

Allí conoce a una generación de extraordinarios actores, los cuales se convirtieron para Porto, al igual que para otros actores jóvenes en ese momento, en referentes y símbolos de la alta calidad de la actuación que existía en Cuba en aquellos momentos; entre estos maestros sin duda se encuentran: Enrique Santisteban, Reynaldo Miravalles, Raquel y Vicente Revuelta, José Antonio Rodríguez, Miguel Navarro, Verónica Lynn, Gina Cabrera,  y tantos otros de cuya experiencia se nutrió Porto para su tarea, no solo en la pequeña pantalla, sino también en el teatro.

Porque estos actores y otros como Ángel Toraño y Pedro Álvarez, realizaban puestas en escena en la recordada Sala Tespis, que en ese tiempo existía en el hotel Habana Libre, y en varias ocasiones Porto tuvo la oportunidad de compartir con ellos esas tablas.

A partir de esta década lo que no fuera un sueño de vocación se convirtió en la carrera de la vida de Manuel Porto, en la que el inventario de obras de teatro, actuaciones para televisión, radio y cine, se hace bastante extensa.

Por otra parte, Porto es de los actores que validan el proyecto en que participan; es decir, cuando se lee su nombre en los créditos, o se anuncia su intervención, se tiene la certeza casi absoluta de que la propuesta es buena artísticamente.

Entre 1976 y 2010 ha intervenido en cerca de veinte películas, entre ellas, se destacan Leyenda (1981), de Rogelio París, Se permuta, 1983, de Juan Carlos Tabío; Plácido (1986), de Sergio Giral; La vida en rosa (1989), de Rolando Díaz; Caravana (1990), de Rogelio París; Barrio Cuba (2005), de Humberto Solás; Omerta (2008), de Pavel Giroud, y José Martí: el ojo del canario (2010), de Fernando Pérez.

Asimismo, obras suyas, antológicas, permanecen en la memoria de los cubanos: El tío Vania, El tesoro del Mallorquín, La hoguera, El vuelo del quetzal; las seguidas series de televisión: La frontera del deber, Alguien me habló de los naufragios, Algo más que soñar, La semilla escondida, y la estelar producción Cuando el agua regresa a la tierra.

El magnífico desempeño de Porto, en estas y muchas otras piezas artísticas, le ha garantizado la admiración del público y de la crítica especializada, y de conjunto, un grupo importante de lauros que reconocen la excelencia de sus interpretaciones.

Entre los laureles y otros reconocimientos que le han sido conferidos figuran las órdenes Combatiente Internacionalista 2do grado, Raúl Gómez García, y por la Cultura Tradicional; Réplica del Machete Máximo Gómez, Consejo de Estado; Premio Nacional Cultura Comunitaria, del Ministerio Cultura y Premio al Mejor Actor en el XX Festival de Cine de Trieste, Italia, 2005.

Con información tomada de Cubarte

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