La atención a la niñez: un desafío

La atención a la niñez: un desafío en tiempos de pandemia

El Día Internacional de la Infancia es una de las fechas reconocidas por la mayoría de las naciones del mundo.  La Asamblea General de las Naciones Unidas la instituye en 1956. La ley de leyes en Cuba reconoce los derechos elementales de cada niño y está incluida entre los países que más hace por los derechos culturales de la niñez, sin distinción de raza, sexo o procedencia social.

El propósito fundamental de esta decisión es el interés de consagrar la fraternidad y la comprensión entre los niños y las niñas del mundo; desarrollar y potenciar uno de los retos del milenio: saber convivir en entornos y contextos diferentes con la intención de formar adultos responsables y con capacidad para desempeñarse en ambientes diversos.

La sociedad cubana no está al margen de estos objetivos y promueve de forma sistemática un programa proactivo con actividades que, independientemente del género, desarrollen la creatividad, la independencia cognoscitiva y el diálogo entre niños y niñas.  Desde la casa, la escuela y las vías no formales, se inicia este camino.

La cultura, como expresión de la sociedad, forma parte fundamental de la vida y tiene un reto al pensar en la infancia como un público potencial, sabiendo que es un auditorio con una percepción aguda y en plena fase de aprendizaje. De ahí que el respeto a sus derechos culturales sea clave y esencial en el diseño de la programación cultural destinada a ellos.

Año tras año se destaca esta fecha, teniendo en cuenta que la niñez es el colectivo humano más vulnerable y en estos tiempos de pandemia, objeto de nuestro máximo esfuerzo y voluntad. El quedarse en casa debe conllevar una organización de la vida inteligente y diversa para atender las múltiples inquietudes de la infancia, y se deben conjugar los intereses para que el tiempo libre sea cultivado de forma amena, sana, culta y útil, bajo la mirada de los adultos.

Padres, maestros, instituciones culturales, medios de difusión masiva (especialmente la televisión educativa) y las nuevas plataformas y redes sociales en internet deben garantizar con intencionalidad buenas prácticas en la formación de valores, a través del arte y la cultura.

Es el libro un amigo imprescindible; las artes plásticas les permiten un mayor y mejor acercamiento a la realidad y la posibilidad de soñar con la crayola y la tiza; la música escrita e interpretada por y para niños –de la cual tenemos magníficos ejemplos– es un acompañante en muchos momentos; el cine y el video tienen para la infancia una influencia necesaria e ineludible; el circo los acerca a la aventura y a la magia, y el teatro les enseña la fuerza de la palabra para convencer.

La niñez es una etapa especialísima, en la cual formamos agentes activos con capacidad creadora y capacidad crítica… ¡Cuidémosla!

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