Un drama shakesperiano

Un drama shakesperiano: Ballet Romeo y Julieta

Por: Yilian Carús.

Dos familias de idéntico linaje; una ciudad, Verona, y un odio antiguo que engendra un nuevo rencor. La sangre de la ciudad mancha al ciudadano. Y allí, desde la oscura entraña de los dos enemigos, nacieron dos amantes bajo una estrella rival.

Romeo y Julieta data de 1597, sólo dos siglos más tarde se convirtió en ballet. Fue estrenado por primera vez en 1940 por el Ballet Kirov, de Leningrado, con coreografía de Lavrovsky, aunque posteriormente se ha presentado con música de Frederick Delius y Tchaikovsky.

La obra de Shakespeare es rica en elementos renacentistas. Varios de ellos aparecen de forma susceptible, no solo en la representación danzaría, sino en un análisis que llevará a conclusiones que caracterizan elementos claves del propio ballet y, más aún de su vertiente romántica. La noche aparece como cómplice de una celestina y dos jóvenes amantes. La fascinación tiene una enorme carga del romanticismo más auténtico.

Esa epifanía nocturna en diversos momentos de la obra, contribuyó a despertar, siglos más tarde con el auge del movimiento romántico, una gran devoción por la nocturnidad ligada a un erotismo carnal. La adaptación al ballet, al igual que la obra de Shakespeare, acoge ese afecto por la noche, representado en la mayoría de las escenas “románticas”, es decir, de pas de deux en condiciones de ambiente nocturno.

Shakespeare carga al personaje de Julieta, sobre todo por medio del lenguaje, de características que pueden ser traducidas a los códigos de la heroína romántica del ballet, y se logra por medio de variaciones de gran exigencia técnica y el lenguaje corporal.

Romeo y Julieta ha sido tenida como obra de complejidad artística y expresiva, casi imposible representar. Pero, por otro lado, el hecho de estar basada en una obra de teatro, dividida en actos y escenas, facilitaba de cierta manera su versión al ballet.

El ballet reduce a tres actos los cinco del drama de Shakespeare. El acto I se desarrolla en la plaza de Verona. Allí se presenta al público receptor uno de los temas centrales de la obra: el odio entre las familias Capuleto y Montesco. Esto se representa mediante un baile en el que intervienen los hombres jóvenes de cada familia, quienes escenifican esa rivalidad retándose por medio de danzas de carácter fuerte.

En la segunda escena de este mismo acto, se presenta otra de las acciones claves para el desarrollo de la trama de Romeo y Julieta: el momento en el cual los personajes se conocen y el posterior enamoramiento que culmina con la reconocida escena de Romeo hablando al balcón de Julieta. Esta escena recuerda códigos del amor cortés –el amour medieval–, en el cual la dama es objeto de adoración y puesta al nivel de una diosa situada en un altar pagano: Romeo mira hacia el balcón-altar, aspecto que el ballet representa vivamente:

Romeo: ¿Qué luz es la que asoma por aquella ventana? ¡Es el oriente! Y ¡Julieta el sol! Amaneces tú, sol, mata a la envidiosa luna. Está enferma, y cómo palidece de dolor, Pues que tú, su doncella, en primor la aventajas. ¡No la sirvas ya más, que ella te envidia!… ¡Es ella, sí, mi dama! ¡Es, ay, mi amor!

Sin bien, en la obra de Shakespeare nos enfrentamos a largos y descriptivos parlamentos, en el ballet se apela a miradas y gestos de claro entendimiento para mostrarle al público que Romeo y Julieta se han enamorado; la timidez de las miradas y la gestualidad dejan saber al espectador que los protagonistas son jóvenes. Para la escena del balcón, un baile alegre, por momentos cargado de ansiedad, nos remite al célebre parlamento:

Julieta: Mi amor único, nacido de mi único odio. No ha mucho te desconocía; ahora te conozco, ya es tarde. ¡Nace mi amor, la fuerza que me obliga a amar a quien es mi enemigo!

El genio de la coreografía del ballet consiste en la capacidad de traducir, en este caso específico, los parlamentos en variaciones individuales que demuestran a la audiencia sentimientos similares a los que podría experimentar al ver o leer la obra de Shakespeare. Por otro lado, la misma obra del autor inglés señala los temas importantes dentro del desarrollo de la historia, de los que se vale el ballet para mantener el hilo de la trama que representa: el odio entre dos familias, el enamoramiento, obstaculizado por este odio, de los jóvenes, la boda clandestina de los amantes, las muertes de Mercucio, de Teobaldo y finalmente la muerte de Romeo y Julieta.

El ballet ofrece oportunidades para el lucimiento de los primeros bailarines: un gran pas de deux, en el primer acto y otro en el tercero. En el primero para la escena del balcón, en donde las piruetas con grandes alzadas son la característica fundamental. En el tercero, en el mausoleo de los Capuleto donde se encuentra Julieta, las variaciones individuales (la muerte de Romeo y de Julieta). Si bien en ambas partes el leit motiv (tema que inspira) es el amor, en el segundo, las variaciones individuales, nos refieren a un amor que no tiene otra solución, otro destino sino la muerte misma.

A pesar del reto que representaba la pieza de Shakespeare, Romeo y Julieta se convirtió en una de las más famosas y bailadas obras de ballet, reconocida a nivel mundial.

Al reseñar este fruto sagrado de la literatura inglesa, he pretendido ejemplificar la relación ballet-literatura, una interrelación de códigos distintos, no se trata tan solo del nexo entre obras literarias y de ballet, sino de un proceso de retroalimentación entre el mundo literario y el danzario. Entre piruetas y tutus llegan al público un cúmulo de obras traducidas a un lenguaje corporal , con un exquisito vestuario , prodigiosos bailarines y excelente música . Debe señalarse que la producción es prolífica, que hay muchas obras, no sólo inspiradas en cuentos, novelas, leyendas de tradición oral, sino también en textos bíblicos, leyendas y mitos griegos, entre otros. Literatura y danza se interrelacionan para permitir nuevos públicos, nuevas miradas, nuevas lecturas.

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